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Ricardo Venegas (San Luis Potosí, SLP, 1973), siempre ha vivido en Cuernavaca, Morelos. Estudió Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y la Maestría en Literatura Mexicana en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, BUAP, egresado con Mención Honorífica. Es autor de los libros de poesía El silencio está solo (1994); Destierros de la voz (1995); Signos celestes (1995); Caravana del espejo (2000); Turba de sonidos (Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta 2008) y La sed del polvo (Conaculta, 2013); también es autor de Escribir para seguir viviendo (2000) y Sendas de Garibay: memoria, espíritu y astucia (Conaculta, 2010), el primero de entrevistas con Ricardo Garibay y el segundo de ensayos sobre la obra del novelista. Es compilador del libro de entrevistas Con-versatorias, entrevistas a poetas de los 50 (Conaculta, 2013), y de la antología de poetas morelenses, Estaciones bajo el volcán (Conaculta, 2013), prologada por Sergio Mondragón. Ha sido becario del Centro Mexicano de Escritores, bajo la tutoría de Carlos Montemayor y Alí Chumacero (2003-2004) y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (2005-2006). Es director de la revista literaria Mala Vida, Mester de Junglaría. (Beca Nacional “Edmundo Valadés” para la Edición de Revistas Independientes 1996-1997, 1997-1998 y 2003-2004). Dirige la editorial Ediciones Eternos Malabares (beneficiaria de la convocatoria Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales (2010) y del apoyo del programa Proyectos de Inversión en la Producción de Obras Literarias Nacionales del Conaculta-INBA (2013).
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Crepúsculo avanzado
I
Éramos voz antigua,
libélulas de física celeste,
argonautas veloces y ambidiestros,
la suma de la sangre posesiva.
II
En este rumbo
se refresca el aire.
La tumba de mi hermano
es un santuario extraño,
barco de navegante
en una cruz anclado.
Esperaré a mi hermano
mientras pasa el viento.
III
Raíz del aire,
suele cantar el porvenir
si escucho.
IV
Pasó por esa calle,
era mi hermano en un desconocido,
pasó un recuerdo de la luz
como quien viene al invocar su nombre.
V
Recojo la ceniza
del hombre
que fui durante el día.
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