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Fue sólo en las afueras del mundo continental, y más allá del dominio y la influencia del Imperio Romano, que algunas naciones vigorosas conservaron intactas sus instituciones nacionales, y entre ellas sólo hay tres a quienes las cartas llegaron lo bastante pronto como para dejar tras de sí algunos registros de su civilización pagana en una literatura vernácula. Estos fueron los irlandeses, los anglosajones y los islandeses.