¿Por qué importa todavía la buena poesía? (Discurso en el Qinghai Lake International Poetry Festival) | Jidi Majia

¿Por qué importa todavía la buena poesía?

JIDI MAJIA

17 de Agosto, 2015

Discurso en el Qinghai Lake International Poetry Festival

Respetado Gobernador, Sr. Hao Peng, compañeros poetas, damas, caballeros, amigos:

Gracias a la magnífica labor organizativa del Comité Organizacional, hoy, el mero hecho de que este grupo selecto de poetas que vienen de todos los rincones de la tierra, reunidos en las pompas poéticas más espectaculares, el Festival Internacional de Poesía Qinghai Lake nos hará añorar los cinco días que nos esperan, y que van a celebrar los dones de los poetas y el poder de la poesía. 

Queridos compañeros poetas, demos un fuerte aplauso a esta reunión inusual, radiante en nuestro orgullo colectivo de ser poetas. Por mi lado, como vicepresidente del Sindicato de Escritores de China y presidente del QLIPF, debo ofrecer mis más cálidas bienvenidas a todos los poetas locales y extranjeros, y mi más profundo agradecimiento a todo el staff organizador.

Para mí esta pompa es una experiencia victoriosa, con la esencia de unirnos en torno a una visión poética, cuando 120 hombres y mujeres especiales, sin importar color o raza o idioma o religión, se congregan para observar a la poesía como una herramienta para empujar la reforma en la sociedad, y despertar la consciencia al oponer la guerra con la paz, el mal con la justicia. No piensen ni por un segundo que a la Musa le importa un rábano esta vanidad barata que ciertamente nos exige, a cambio de su favor, nuestra sensibilidad colectiva y nuestra altura espiritual como agentes para influir en la sociedad y efectuar cambios favorables al futuro prometedor de la humanidad.

Amigos, ya se testificó y corroboró en la historia que este mundo nuestro, este hermoso planeta azul que habitan los humanos, no puede hacer y dar vueltas sin poetas. Con esto digo simplemente que todos nuestros dispositivos tecnológicos y nuestra internet, maravillosos proveedores de comodidades y súper sustento, no son suficientes. Los robots no florecen. La vida no puede ser gobernada mecánicamente o meramente por referencia a las cuentas auditadas de una nación. Las hojas de cálculo y balance y la lógica de la alienación no son un bálsamo para nuestras almas resecas. Si bien hay tan poco optimismo en la forma en que se está perfilando nuestra época, de esperanza mitigada por la crisis, de paz tan frágil que parece guerra, de felicidad a veces arruinada por la catástrofe, no se debe considerar que nos pavoneamos demasiado al ser poetas o promover la poesía como una sustancia que transforma la conciencia y la vida social. Sí, defendemos la Bondad y la Belleza. Jaroslav Seifert, el eminente poeta checo, escribe con tal elocuencia incluso cuando se concentra en gestos íntimos y pequeños:

¿No es más agradable el crujir de una cuna y el tarareo de una canción,

o el enjambre de abejas alrededor de una colmena,

que las bayonetas y las balas de cañón?

Al invocar fuerzas domésticas como las abejas y las canciones infantiles como símbolos de las necesidades humanas, Seifert habla en nombre de todos nosotros. 

No piensen que soy un pesimista entrometido. En este mismo mundo nuestro, se desatan guerras fratricidas con un saldo desalentador de pérdidas humanas día tras día. Los civiles desplazados son presa de la maldad y de la estupidez de los señores de la guerra y los políticos. Sin embargo, en las chozas improvisadas y en los campos de refugiados oficiales, sus pechos se agitan y resuenan con las melodías familiares de su canción de cuna infantil y los versos más memorables de sus poetas nacionales más queridos en las lenguas maternas a las que se aferran, incluso en las horas más espantosas y en el medio ajeno más duro. Sin duda, los poemas cantados desde el fondo de sus corazones constituyen el último bastión contra las dificultades y la tiranía.

La alta poesía siempre tiene una gran demanda en la tierra. Aunque un elemento de excentricidad o antisociabilidad pueda estar presente en todos los poetas, los buenos poetas, los que alcanzaron una estatura heroica desde el movimiento romántico en el siglo XVIII, nunca perdieron su influencia sobre el pueblo. Es una paradoja el hecho de que la poesía, a diferencia de cualquier otra forma de arte, sea capaz de elevarse a través de las bóvedas celestes de la metafísica para alcanzar los cielos estrellados, mientras que al mismo tiempo se arrastra por el duro terreno de la realidad, besa los pies de la miríada de hombres y mujeres trabajadores. No es de extrañar que Ernesto Cardenal, el maravilloso poeta nicaragüense, asociara los movimientos poéticos con la liberación de todas las naciones oprimidas incluso hace 20 años.

La poesía todavía importa porque en esta súper era en la que los barones del capital y los señores financieros, disfrazados de empresas transnacionales, actúan para globalizar el mundo disolviendo rápidamente las barreras sociales y económicas entre las naciones, y transformando a las diversas poblaciones del mundo en un mercado insípidamente uniforme a expensas de trabajadores, del medioambiente, y de los valores tradicionales. Un monstruo tan invisible desgarra nuestra sociedad, en lugar de guiarla y evitar que se descarrile a medida que la manía consumista nos aleja cada vez más del origen de la naturaleza, o de las fuentes de vida fundamentales para la cordura de la condición humana. Para contrarrestar esos peligros desempoderadores, nosotros, los poetas, debemos levantarnos, con el magnetismo de la expresión poética, con la presencia y la voz representativa de cada poeta aquí en la audiencia, a las alturas de las fuerzas materiales opuestas a la «fuerza del alma», despertando nuevamente el espíritu solar de la poesía en la multitud, e iniciando una nueva renovación sociocultural en todo el mundo. No se debe cuestionar el potencial mágico de la poesía que fomenta tal transformación ni el espíritu vilipendiador de los poetas.

La buena poesía sigue siendo importante porque el espíritu solar de la poesía siempre iluminó el camino del hombre plagado de obstáculos y peligros. La poesía es en realidad la dimensión vital del hombre como hombre, la primacía espiritual por la que el hombre se distingue de otras especies. No puedo imaginar qué poca dosis de valor queda en todos los artefactos hechos por humanos, a menos que estén inspirados por un espíritu poético. Mientras los filósofos nos exhortan a habitar la tierra poéticamente, proponen una receta para la felicidad adaptada a la humanidad, el secreto de la dulzura de vivir desde un punto de vista más elevado, por así decirlo. La buena poesía todavía tiene demanda porque, por fin, se convirtió  en una afirmación del profundo anhelo humano de regresar al lugar de donde vinimos. Sólo sosteniendo la antorcha de la poesía podemos adivinar la dirección correcta, luchar desde la oscuridad hasta cierta medida de luz, y recorrer el camino correcto de regreso a casa, de regreso a nuestro hogar espiritual. Por fin, el poema “se convierte en una alabanza de lo que es y de lo que podría ser en este bulto en el cielo”.

Queridos compañeros poetas, aunque enfrentamos las dificultades de hoy, nunca perdimos la fe en el mañana. Saltemos de alegría de vivir al mismo tiempo que esas venas fabulosamente ricas de poesía que nos dejaron todos los grandes poetas, vivos y muertos, en la firme creencia de que la poesía es la justificación última para la humanidad, que mira ansiosamente el mañana.



Extraído de Jidi Majia, Poets as Worthy Stewards of Tradition, Regent Press, California, 2022, p. 90-94. | Traducción de Ignacio Oliden | Buenos Aires Poetry 2023