Pablo de Rokha por Pablo de Rokha

Pablo de Rokha (1894-1968) fue el “padre violento” de la poesía chilena, como solía decir Humberto Díaz Casanueva. Poeta desmesurado, blasfemo y testigo doloroso de su época, logró desarrollar una obra en base a múltiples sacrificios personales; ya sea por la subsistencia de su familia, sea por la incomprensión de su obra y, sobre todo, por la hostilidad del ambiente literario de su época.

 

 

 

PABLO DE ROKHA POR PABLO DE ROKHA

Yo tengo la palabra agusanada y el corazón lleno de cipreses metafísicos, ciudades, polillas, lamentos y ruidos enormes, cuando la personalidad, colmada de eclipses, aúlla: ¡Mujer, sacúdeme las hojas marchitas del pantalón!…

Andando, platicando, llorando con la tierra por los caminos varios, se me caen los gestos de los bolsillos, —atardeciendo olvidé la lengua en la plaza pública…—, no los recojo y ahí quedan, ahí, ahí, como pájaros muertos en la soledad de los mundos, corrompiéndose; el hombre corriente dice: «son colillas tristes»; y pasa como un bruto por una gran catedral gótica, lloroso y baboso.

Como el pelo me crecen y me duelen las ideas; dolorosa cabellera polvorosa, al contacto triste de lo exterior cruje, orgánica, vibra, tiembla, dramática de verdades y parece un manojo de acciones irremediables; radiogramas y telegramas cruzan los hemisferios de mi fisiología aullando sucesos, lugares, palabras.

Ayer me creía muerto: hoy no afirmo nada, nada, absolutamente nada, y, con el plumero cosmopolita de la angustia, sacudo las telarañas a mi esqueleto sonriéndome en gris de las calaveras, las paradojas, las apariencias y los pensamientos; cual una culebra de fuego la verdad de la verdad le muerde las costillas al lúgubre Pablo.

Aráñanme los cantos, la congoja y el vientre, con las peludas garras siniestras de lo infinito; voy a inventar dos mundos ¡carajo!… (¡mis águilas se ríen a carcajadas de mis águilas irreparables…!).

Un ataúd azul y unas canciones sin sentido, intermitentes, guían mis trancos mundiales.

Y la manta piojenta de la vida me envuelve grotescamente como la claridad a los ciegos… (Ruido de multitudes y automóviles y muchedumbres van conmigo, pues como pájaro solo y loco revienta lo absoluto en los álamos negros de tu cabeza. ¡Pablo de Rokha!…) —… ¡Universo, Universo, ¡cómo nos vamos borrando, Universo, tú y yo, simultáneamente!

 

 

 


Extraído de Pablo de Rokha, Los gemidos, Santiago : Cóndor, [1922] | Buenos Aires Poetry 2024