Mario Murgia (Ciudad de México, 1973) es poeta, traductor y profesor de tiempo completo de literatura inglesa, traducción y literatura comparada de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Ha publicado ediciones comentadas en español de la Mascarada de John Milton, Areopagítica y El título de reyes y magistrados. Ha participado en la primera edición mexicana de Dublineses de James Joyce, que se suma a sus diversas traducciones al español de autores como Barry Callaghan, Alfred Corn, Robert Graves, Ben Mazer, Roberto Mussapi, Edgar Allan Poe, William Shakespeare, Adrienne Rich, y Dylan Thomas, entre muchos otros.
Murgia también editó recientemente las publicaciones Cardos y lluvia. Poesía escocesa del siglo XX (Publicaciones UNAM), La hoja verde de la lengua. Poesía angloirlandesa contemporánea (FFyL, UNAM) y Global Milton and Visual Art (Rowman & Littlefield). En 2022 apareció John Milton. Sonetos y una canción (Aquelarre Ediciones), su traducción en verso de los sonetos completos del poeta y polemista inglés, primera en lengua española y ganadora del Premio Nacional de Traducción Margarita Michelena 2023 en el área de poesía.
La colección anterior de poemas originales de Murgia lleva como título El mundo perdone y fue publicada por Aliosventos Ediciones en 2018. Sus poemas han aparecido en medios como Caminos Inciertos (España), Cuaderno de Octubre (México), Emanations: Second Sight (EE. UU.), Emanations: When a Planet Was a Planet (EE.UU.), Letras Libres (México), The Milton Quarterly (EE. UU. / Reino Unido), Periódico de Poesía (México), Revista Innombrable (Colombia), etc. El poeta coordina y edita actualmente el volumen Global Shakespeare and Visual Art (Lexington Books, 2026). Está a cargo igualmente de la Cátedra Extraordinaria Eavan Boland-Anne Enright de Estudios Irlandeses de la UNAM. Su más reciente poemario, intitulado Sabor mortal, apareció publicado en una coedición de Aliosventos y Aquelarre Ediciones en abril de 2024.
Envío del Hudson
hay que lamer el cristal del alba
para borrar las transparencias
hay que oler los pedazos de lluvia
para desbordar los contornos de la niebla
me llevas o te llevo
gritan sin noción
de género o de número
desde abajo
Nueva York
tus banquetas
te recuerdo o me recuerdas
con todos esos muertos nuestros
que no miras y no esperas
me traes o te traigo
propone la escalera
descollándose a la calle
ávida de calaveras
me tienes o te tengo
gritas en la nota azul del pavimento
cuando el pecho de los días
se hunde y se levanta
al ritmo que regalan la primera
y la última sirena
cada vez será ocasión severa
para aguardar los vapores
que algodonan tus alturas
ciudad de la llegada
caudal de las esperas
me aquejan tus rosados
tan ajenos a Picasso
la vanguardia de tus hielos y calores
con que encoges y dilatas a destiempo
los cuerpos que por ti
desbalagados
se alimentan se abotagan
se corrompen
y en tus calles extenuadas
un vagabundo enloquecido
con el grito y el enojo
garabato de cartel
exige y se desgarra.
Drain the swamp
and save America!
Dante Park
Tiene Nueva York un Dante,
mira para abajo con
blasón de bronce negro
como rastreando
la caída
de una hoja
de laurel
o el rostro
iluminado
de Beatrice
entre
el barro,
entre los muertos.
Desconoce Dante la epopeya
vitalista de Fiorello,
no ha escuchado nunca
la voz
de la Lupone, ni sabrá
jamás de la existencia
más que desprendida de Giannini.
No distingue
Dante
estas Italias nuevas,
discurridas,
expectantes del infierno,
más del cielo,
y menos sabe acaso
que desde acá lo veo
enfundado en un abrigo americano
y tres destierros.
Cernuda en Nueva York
Volví de entre los muertos
sólo por que me hayan puesto
la manzana entera a cuestas.
Alabado sea el momento
del paseo, parque adentro,
y el dolor de tus aceras.
Nunca dominé tu lengua,
no señor, ni falta que me hizo,
pues me crispa el alma entera.
No me sabes ni prometes
resarcirme la alta espera
de la gloria de las letras
y el dulzor de tu bandera.
¿Qué te viera Federico?
No lo sé, y si supiera
no acomodaría el indulto
de mis acres abandonos
a la burla que te has hecho
de los versos en mi tierra.
Muerte del poeta
a David Huerta
Los instrumentos aquel lunes,
casi otoño o casi invierno,
concertaron un notable desacuerdo.
No hubo frío, trueno o nubes
sino otra hipócrita jornada
de trabajo, sol y viento.
Al momento en que callaste,
preguntamos a tus líneas incurables
si acaso la verdad cabría
en aquello de tu eterno desencuentro
con el bronce y con el mármol
que recaban huesos culteranos
en la Córdoba andaluza
y en su antiguo templo doble,
un sinfín de puertas y de entierros.
Lo sabrás, dijeron, solo tú,
segundo Polifemo,
hoy que te has negado,
en la primera jornada de tu muerte,
a deshojar atardeceres
de inesperados churros y café,
de silencios bautizados con
inocuos vasos de agua y
el regusto raro, oscuro,
de Paz y de Eliot y del té.
Si tal vez los dejaste,
nos queda desbordar
versos vacíos
y convocar por el camino
—en secuencias de
segundos infinitos—
del mundo todas las poesías,
las memorias imperiosas
de algún tres de octubre
que, por grande culpa tuya,
ya jamás se encuentra ni se olvida.
Nauta
Buenos Aires Poetry, 2025
80 pp.; 13,34 cm x 20,32 cm.
ISBN 9786316688101
Poesía Mexicana.
