Carl Phillips (Everett, 1959) es un poeta estadounidense, autor de diecisiete libros de poesía, entre los que destacan Reconnaissance (2015), Wild is the Wind (2018) y Pale Colors in a Tall Field (2020). También ha publicado los libros de ensayo Coin of the Realm (2004), The Art of Daring: Essays on the Art and Life of Poetry (2014) y, más recientemente, My Trade is Mystery: Seven Meditations from a Life in Writing (2022).
Su obra ha sido reconocida con numerosos premios, entre ellos el Lambda Literary Award por Pastoral (2000) y el Pulitzer Prize de poesía por Then the War and Selected Poems, 2007-2020 (2022). Actualmente es profesor de lengua inglesa y escritura creativa en Washington University en San Luis, Misuri.
El poema aquí presentado pertenece a la reciente edición de Pastoral (Editorial Mar de Fondo, Buenos Aires, 2025) en traducción de Francisco Cardemil Pérez.
EPÍLOGO
En el largo sueño, los viejos dioses vuelven a estar
con nosotros: algunos disfrazados de luz
corriente a través de las verdes hojas que aman
derramar, super-
visándolas; otros como los pequeños puñados
de ropa que parecieran mantener unidos
nuestros cuerpos y luego, de igual forma, no lo hacen ―
a medida que caen, como enemigos derrotados,
como el arrumbado colapso
que a veces asume la adoración
en los rostros desgarrados de los creyentes que
enfrentaron una prueba especialmente dura. Y
tu cuerpo ya no es tu cuerpo, ni el mío
es mío para que los pensemos, sino de los dioses:
suyas, las manos que se asoman; suyas,
las manos para traernos, seguramente, de vuelta, así
una gran comodidad
como la muerte, la poesía, ambas ―
ese lugar donde las dos hacen entre ellas
la cola de una paloma, cómo cada una necesariamente significa
tanto la ocasión para recordar como
el tiempo, al fin, para hacerlo, he vivido esa vida, cada una
cantando. Es un sueño, como mencioné,
por lo tanto, del sueño ― despertar:
Es como cualquier mañana. Café. Las horas enjuagadas.
El árbol de acebo, como para sacudirse de
su propio sueño,
cruje, se inclina, en el aire sus hojas
se quiebran, se rompen bajo la dispersión
habitual ― los pájaros, quiero decir,
y últimamente las ardillas.
De nuevo, habiéndolo esperado, temiendo
por él, que quizás no llegaría,
ya estoy escribiendo el próximo poema; no pasa,
toco madera, nada; en algún lugar en el que aún estás
conmigo, no estás conmigo ―
AFTERWORD
In the long dreaming, the old gods are again
with us: some in the guise of ordinary
light through the green leaves they love
second best spilling, super-
intending; others as the small handfuls
of clothes that seemingly hold together
our bodies and then, as seemingly, do not ―
as they fall away, like foes vanquished,
like the crumpled collapse
adoration assumes sometimes
in the wracked faces of believers put to
especially hard test. And
your body not your body any longer, nor mine
mine to give thought to, but the gods:
theirs, the hands that cast out; theirs,
the hands to fetch, surely, us back, so
a great ease
like death, poetry, both ―
that place where the two make between them
a dove’s tail, how each necessarily means
both the occasion for remembering and
the time finally for it, I’ve lived that life, each
singing. It’s a dream, as I mentioned,
therefore from the dream ― waking:
It’s any morning, Coffee. The rinsed hours.
The holly tree, as if to shake itself from
its own dream,
rustling, bending, into the air its leaves
breaking against, snapping under the usual
scatter ― birds, I mean,
and the squirrels lately.
Again, having waited for it, having been
afraid for it, that it wouldn’t come,
I’m already writing the next poem; nothing’s,
knock wood, the matter; somewhere you’re still
with me, you’re not with me ―
Extraído de Carl Phillips, Pastoral. Traducción de Francisco Cardemil Pérez, Editorial Mar de Fondo, Buenos Aires, 2025, pp. 100-103
