Virginia Leyva, (México, 1981) es una poeta mexicana. Es Licenciada en Letras Hispánicas por la Universidad de Guadalajara (1999-2004), cursó la Maestría en Apreciación y Creación Literaria de la IEU de Puebla (2018-2019), modalidad a distancia, y el Diplomado en Creación Literaria de la Sogem Guadalajara (1994-1999). Ha publicado los poemarios: Los ojos no bastan para discernir la negrura (Temacilli, 2013); Lingüística para caídos (Ediciones El Viaje, 2019). Y el libro de cuentos: Gente Cretina (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2017). En 2019 escribió el poema Graffitis, que fue incluido en la versión presentada en México del espectáculo Borders, montaje audiovisual del disco del mismo nombre, de los músicos irlandeses Elma Orkestra & Ryan Vail.
Algunos de sus cuentos se encuentran compilados en las antologías: Libertad Condicional, Censura y Autocensura. Memorias del II Encuentro de Escritoras Latinoamericanas. (La Luciérnaga Editores, 1999); Cuentistas de Tierra Adentro (FETA, 2007-2017); IV Antología de Escritoras Mexicanas (Escritoras Mx y Bitácora 52, 2023).
Su poema titulado “Se llamaba independencia” fue publicado en la antología Grito al cuadrado, Editorial Rosa Púrpura, 2024. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés y publicados en el Issue 49.1 de Spoon River Poetry Review. En la edición de diciembre de 2024, la Latin American Literary Review publicó un artículo sobre su obra y la traducción al inglés de cuatro poemas de Lingüística para caídos, junto con su versión original en español.
CRISANTEMOS
Pensamos que habíamos muerto y encontramos la tierra.
Fuimos lágrimas blancas debajo de las fechas,
limo verde en la brea caliente del desastre.
Lo que no
La poesía no nos salva
no remienda los huesos trozados como varas
de trigo que no es pan
que es angustia existencial en mendrugos afilados
hincados en la tráquea.
Pasarán por la rabia los silencios profundos
que relaten la guerra.
Brillarán las estrellas en el barro revuelto
de las fosas impunes.
Sanarán, como puedan, los muertos sus pasados
crecerá entre los labios partidos de la tierra
la metáfora bella del dolor más terrible.
En los pechos zanjados se arrebolan luciérnagas
que queman como ácido.
Las búsquedas eternas quedarán en legajos
de verdades corruptas
de burdas conclusiones a nuestras tragedias.
Silbarán las sirenas urbanas sus engaños.
Buscarán entre tambos colmados de vilezas
los niños
sus futuros.
Heredarán las hebras raídas del sistema;
el harapo incapaz de cubrirles los cuerpos
violados
los adentros expuestos
los hilos arrancados de todas las madejas.
Cae el ser en las ruinas de su propia miseria.
El duelo nos anega los pozos de la vida
y sólo queda poesía
para nombrar la ausencia.
Murmuran los grillos
(en la oreja de un niño)
Voy a contarte el motivo de mis miedos
cuando duermas, sereno
en tu noche estrellada
con la luna en la lámpara
cayéndote en la almohada
donde acaban las hadas
y empieza el desconcierto.
Estará el libro quieto a un lado de tu cara
conteniendo fantasmas que aguardan su momento.
La infancia se te pasa con prisa de velero
bogando en mar abierto sin nostalgia de paso.
Se hará corto mi abrazo
que hoy, aún te abarca
cuando fuera de casa te encuentres con el mundo.
Mientras pueda te oculto la luz de las sirenas
que no cantan
se quejan
de terrores nocturnos.
Hay dolor en la acera de todos nuestros rumbos
soñar ha sido asunto crucial
de subsistencia.
Hoy cuido yo las puertas del fuerte donde empiezas
a ser
donde bosquejas los mapas de tu viaje.
Me apena confirmarte que los monstruos no existen
que es mucho más terrible el mal que hace la gente
que si algún día te hieren
sangraré tus heridas
que no doy por perdida la ilusión de que crezcas
a salvo
de que sientas la vida con dulzura
que sigas aventuras en paz con tu conciencia
que no aceches princesas
ni finjas ser un sapo.
Te veré desde mi faro
zarpar contra torrentes
ardiendo tus calderas hambrientas de distancias.
Encontrarás mil arcas cargadas de mentiras
profetas de teorías nacidas de sus egos
cavernas que son templos donde perder las pistas.
Ojalá que resistas rendirte a los supuestos
que no encalle el deseo
en playas de fe ciega.
Habrás de atar los cabos de tu propia existencia
pulirte las fisuras
encontrar las figuras de tu rompecabezas;
sanar la honda ausencia del padre que se borra
el hueco en tu memoria ancestral
lo que se ignora
sin dejar de dolerte.
Dormido te pareces a mí cuando crecía…
tampoco comprendía las formas de las cosas;
la verdad es que ahora
muy poco más entiendo.
Será porque te veo tan real y tan posible
que quisiera decirte
que el mundo es bello y bueno.
Sonreiré en el alero del salto que no he dado
porque estoy a tu lado
buscando que te encuentres.
La insatisfacción de los peatones
No es poco lo que llevo…
mi dolor es congénito
esférico
convulso.
Tengo duelo del mundo que no será posible
lloro el llanto invisible que no alcanzó justicia
con todas las caricias que ya no se sintieron.
Se llenaron de fango los ríos y sus veneros
encallaron los barcos de papel con los sueños
inmensos de los niños
entre cuerpos hundidos de los que nunca hallaron
los troncos cercenados que no reverdecieron.
Aquí llegan los cuervos mensajeros
exhaustos
de cargar los estragos detrás de la retina
la mirada fundida de los muertos con miedo
y graznan
mientras mueren, un poco también ellos.
Como yo
que no creo que vivir sea posible
ignorando lo terrible al lado de lo bueno
el humo de un incendio que devastó otra calle
las violencias banales que matan de repente.
Conocí tanta gente que no encontró la calma.
Mujeres que bordaban desgracias en pañuelos
volantes por las plazas
Las otras que buscaban los restos de sus vidas
con palas donde guarda silencio
la esperanza.
La herida nos avanza del pecho hasta el destino.
Yo sangro por las letras abiertas y no atino
a abarcar la tristeza
la rabia
el desencanto
de lo que es pan de diario
en nuestra amarga mesa.
La rabia de las flores
Buenos Aires Poetry, 2025
62 pp.; 13,34 cm x 20,32 cm.
ISBN 9786316688088
Poesía Mexicana.
