Paula Valente nació en Buenos Aires, un 15 de septiembre de 1975. Es Psicóloga Laboral y Licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad de Buenos Aires. Ha realizado estudios de posgrado en Psicología del Trabajo en la Universidad de Ginebra, Suiza y de Psicología Positiva en la Universidad de Stanford, US. Es Coach Profesional Certificada, miembro del Institute of Coaching del Mc Lean Medical School de la Universidad de Harvard, US. Durante más de 20 años se ha desempeñado como especialista en Recursos Humanos desempeñando diferentes funciones gerenciales y directivas en empresas multinacionales, como Chevron, Monsanto y Warner Media. Actualmente lidera su propia firma de consultoría estratégica en liderazgo y desarrollo de personas, LeadHouse, asesorando a diversas corporaciones en todo el mundo. Es miembro del Consejo Directivo y Mesa Ejecutiva de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), miembro de IDEA y colaboradora en diversas fundaciones dedicadas a la educación, al arte y a la salud.

 

 

En memoria de mis abuelos paternos
Desde el horizonte

Allí estaban ustedes,
mirando el horizonte que arde sobre Italia
donde el sol lame las cúpulas
y el viento acaricia las viñas como si rezara.

Allí soñaron,
mirando ese mar desde diferentes ventanas
esa inmensidad que entendí cuando conocí vuestros lugares.

Y soñaron,
no con el sueño pequeño de los conformes,
sino con ese que late en el pecho
como tambor antiguo
empujando más allá del mar,
más allá del miedo.

Se animaron,
          y el alma fue ala
                    y el ala fue casa.
Y la casa fue mesa
fue cuna para siete nombres
que germinaron como himnos.

Ustedes,
artífices del arte y la belleza
regaron la música en los rincones
colgaron cuadros de esperanza
en las paredes del alma
y tejieron estudio y fineza
en las manos de sus hijos
como si supieran
que el mundo se construye con cultura
y se sostiene con amor.

Hoy,
yo los busco en las sombras del cielo
en los rayos oblicuos del atardecer
porque no los conocí en la tierra
pero me habitan la sangre
me llegan en ecos suaves
que me dicen
                    sigue uniendo lo que sembramos.

Y así los siento,
presentes sin cuerpo,
inmensos como el mar que cruzaron,
cómplices eternos del destino
que aún hoy
nos abraza desde el aire.

          

En memoria de mis abuelos maternos
Lo esencial

Los recuerdo en esos paisajes
donde el río no tiene apuro y la tierra
se trabaja con las manos y con el alma.

Vivían con la elegancia de lo simple
la nobleza del gesto pequeño
que no busca aplausos.

Me enseñaron,
aunque los viví poco,
que la humildad no se declama:
se transmite como una receta
que pasa de manos en manos
sin cambiar una coma.

Hoy los llevo puestos.
En algún rincón de mis células
habita su forma de mirar el mundo
su modo de sostener lo esencial
sin decirlo.

Y si me dieron un regalo,
fue el más grande:
me dieron a mi madre
no una madre cualquiera
me dieron a la elegida.
Esa mujer que huele a raíz
            a mundo
y también a memoria.
Y por eso,
aunque no los tenga
            entiendo todo.

  

A México y a mis amigos mexicanos
México en mí

No nací en tus tierras,
pero hay lugares que se habitan desde el alma
y vos, México, sos uno de esos.

Te amo sin explicaciones lógicas
con esa certeza que no necesita pruebas
ni papeles
ni fronteras.

Será que mi padre,
guadalupano de fe y estudios,
ya llevaba en su voz un pedacito tuyo.
O que nací justo el día
en que vos gritás ¡libertad! con el pecho lleno
y los ojos encendidos de historia.

Tal vez por eso,
cuando camino tus calles,
siento que ya estuve.
Que ya te soñé
compartiendo tacos y secretos
en la madrugada.

Tus colores me cantan
tu comida me llama por mi nombre
tus tradiciones me cuentan cuentos
que sin saber cómo
            ya entiendo.

Y como si eso no bastara,
me diste amigos
que son parte de mi raíz
de mi historia
de mi casa.

Amigos que no son casualidad
sino destino.
Regalos que me hacen pensar
que no podría haber sido de otra manera.

México, tierra que amo,
aunque no lleve tu nombre en el pasaporte
lo llevo en el alma
donde verdaderamente importa.

Tu gente me abraza
como si me conociera de antes
como si en otra vida
hubiéramos reído juntos
en una plaza y bailado
bajo un cielo de papel picado.

            

            

            

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