Jorge Aulicino nació en Buenos Aires en 1949. Integró en Buenos Aires, en los 70, el grupo y taller literario Mario Jorge De Lellis y fue parte del Comité de Dirección de Diario de Poesía en los 80. Trabajó en agencias noticiosas y en distintos medios gráficos. Fue subdirector de la revista cultural Ñ, de Clarín, diario en el que fue además editor en las páginas de Cultura, Arte, Sociedad y Ciencia. Tradujo a Cesare Pavese, Pier Paolo Pasolini, Guido Cavalcanti, Dante Alighieri, John Keats, Ezra Pound, Marianne Moore y Frederick Seidel, entre otros autores. En 2009 editó para Ediciones en Danza Argentarium, una selección de los poemas cortos de Ezra Loomis Pound, traducidos por poetas argentinos. Ha publicado, desde 1974, los libros de poesía Vuelo bajo, Poeta antiguo, La caída de los cuerpos, Paisaje con autor, Hombres en un restaurante, Almas en movimiento, La línea del coyote, Las Vegas, La nada, La luz checoslovaca, Hostias, Máquina de faro y Cierta dureza en la sintaxis, entre otros. Desde 2006, administra el blog de poesía en castellano y poesía traducida Otra Iglesia es Imposible, en donde además creó o creyó descubrir los papeles de Gustav Who sobre su inefable maestro, extraño cruce del señor Keuner, de Bertolt Brecht, con un gurú oriental, Sherlock Holmes y Juan de Mairena. Las memorias del polígrafo Gustav Who, ex asistente y albacea del profesor Lawrence Garbeld, orientalista, literato, historiador militar, diplomático y probablemente espía de la Corona británica, se publicaron en breves folletos en diversos lugares del mundo y fueron antologadas luego por el propio Who, en un escueto volumen hasta ahora inédito, incluso en su lengua natal. Tal es, al menos, la historia que pretende que creamos el poeta, periodista y traductor Jorge Aulicino. En el año 2015 obtuvo el Primer Premio Nacional de Poesía por: Libro del engaño y del desengaño, editado por Ediciones En Danza.
–
–
Plegaria
En ese hueco entre las estrellas donde nada se ve
y habitan sin sustancia muchas Ellas,
guardado por dríades que no entran en él,
resonaría mejor la voz que se dirige al dios, exista o no.
Ese hueco como un cascarón invisible está habitado para vos
por invisibles eucaliptos, árboles fantasma
que ceñían una avenida de circunvalación que hoy es autopista:
más allá de ese límite pusieron unos abuelos sus palos godos,
habitaron cuervos de otro mundo sobre gavillas, sobre sus hombros;
se forjó una clase obrera descendiente del campesinado europeo.
Que nieve siempre sobre la nostalgia de la Lucania
y que caigan almidón y azufre sobre León.
Ahora que todo es Shanghái o transacciones rápidas sobre mostradores
….que no tienen fin
—en este universo de voces que dicen sin parar Yo pero no
….encuentran ecos en sí mismos ni en nada ni en nadie.
Dios: una silla sola en la vereda.
(Extraído de La lírica, 2020)
–
Ezra Pound sentado en las escaleras de la Dogana
Sentado en las escaleras de la Dogana,
sentiste el mar y sus múltiples negocios,
la imposibilidad de enumerar ventas y pájaros.
Esa cercanía con lo innumerable mueve
a iluminar las cosas y compararlas
como quien subraya con grueso rojo o azul
en unos libros de cuentas, o
alza reliquias hacia la luz, o sopesa la carne.
Aquí hay olor a folios y sello, y cera y brea,
al cemento agrio cubierto de guano
que sobrevuelan las gaviotas,
seres de mirada honesta,
sin escrúpulos para comer
carne o basura.
Todo lo procesan. Todo es tráfico, de algún modo.
En el arsenal de los venecianos la pez arde todavía.
Lo abstracto se hace material en Venecia
o en cualquier puerto, pero más en este que ya no es.
Símbolo o signo, trofeo en la pared cada pieza de a ocho.
Navegación hay detrás de la moneda,
el duro dolor de las letrinas,
shithole en el que se mueve y huele el interés,
lobos de mar y focas, acantilados y habitaciones de madera,
los fusiles de la chispa y el negro cuero caído en la estepa.
(Extraído de El río y otros poemas, 2019)
–
–
–
Extraído de Jorge Aulicino, Poesía reunida 2020 / 1974, Ciudad Autónoma de Buenos Aires : En Danza, 2020.
