Dylan
Sin diezmo de palabras en la estéril noche,
nunca dejo de apagar las bufandas de juventud
frente aquellos a los que no los conmueve una vida.
Ayer caminábamos junto al licor extremo,
el traje del poeta, los recuerdos más tristes
y viejos, tejiendo y entretejiendo una melena
que era capaz de distraer al adinerado más pobre.
Esos gusanos, Dylan, son parte de una pobreza
que no merodea en los circos del león,
son de una realidad más pulcra, domesticada,
que vive de un antojo y voluntad ajena,
siempre los mismos en evitar el roce de los cuerpos.
Para nosotros, la mejor y la peor parte,
hijos de una bondad que no hace eco
en las últimas manos soberanas
donde un solo Dios es posible,
al que ladramos y escuchamos todas las noches.
Seamos tontos y condenados de no ser así.
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Bulmenia | 2021