El arte de la memoria fue una fuerza poderosa en el sistema de comunicación del Antiguo Régimen. Pero el recurso mnemotécnico más eficaz era sin duda la música. Muchos poemas se compusieron para ser cantados al ritmo de las melodías populares y se los puede examinar en las colecciones de canciones de la época que se conocen como cancioneros (chansonniers), en donde aparecen junto a otras canciones y otras formas de intercambio verbal: bromas, adivinanzas, rumores y bon mots (agudezas).
Entre otras formas de expresión, los hechos encajaron en baladas de octosílabos, en odas clásicas, en canciones de taberna, en villancicos y melodías populares con estribillos que se hacían eco de canciones anteriores e indicaban a los oyentes cuál era el objeto de la sátira:
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