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Jotaele Andrade (La Plata. 1974). Creció en la ciudad de Azul donde coordinó ciclos de lecturas y talleres de poesía y el Festival y Acampada poética. Y en Mar del Plata. Actualmente vive en la ciudad de Buenos Aires. Ha publicado, entre otros, los libros: El salto de los antílopes (2012) Editorial El mono armado; El oleaje del mundo (2013) Editorial Azul; La mano del verdugo (Incunable – 2014) Ediciones de la Eterna; Los metales terrestres (2014) Añosluz editora; El psicólogo de dios (2016) Editorial Qué diría Víctor Hugo?; La rosa orgiástica (2016) Añosluz editora; El psicólogo de dios, Edición ampliada, (2018) Kintsugi editora (2018).
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La jaula obliga al canto
en el pájaro
te dicen los hombres:
tu existencia es un niño
disfrazado de pájaro
te vamos a meter
en una jaula
y la pondremos
en un patio
y te diremos
es el mundo este patio
y la jaula
es tu libertad
ahora: canta
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Se reduce a su polvo la piedra
que arrojas
en el día se alza
rechina
con la hoja que roza el contorno de las piedras
tiembla y su sombra
se descompone
en los colores de la existencia
es inútil balbucear la sílaba del entendimiento
es tan lento ese animal
tan desmedido que cabe este astro y su maleza
ah el tiempo
que se hunde hacia adentro y se desborda
el tiempo:
donde arrojas tu piedra y ves un pájaro
hacerse polvo
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El poeta se alimenta
con el hambre de decir
desnudo yaces
en el azul de la existencia
en el mismo trazo delicado y misterioso
del aullido del coyote
en el desierto
y la hermana abeja zumba en el colmenar
y aturde en la tarde
el zumbido
y la ciudad y el hermano oso rugen
y la larga garganta del río
entre sus orillas
gorgotea
¿cómo decir esto
esa desnudez donde flota la rama
reseca
y el grillo despatado por el picotazo de una gallina?
¿cómo borboritar el cauce y el voluble
esquivo
andar de los peces?
hay un viejo tomado de la mano por su niño
un silencio sepultando un secreto
para siempre
una muchacha que acomoda sus cabellos
con algo de melodía
en ese gesto
¿cómo decir esa correspondencia coral
de lo simultáneo
esa puerta que vista desde un lado
es la salida
y vista desde el otro
también?
¿de qué modo coronar
como el sol
la cresta de esa nube
que ocurre
lenta
en el cielo?
¿cómo nombrar
el aleteo
con que tiemblan los pechos
de esa muchacha
decir la noche que sobreviene sin estridencia
como una mano que protege algo
vago
indefinido?
esto es lo que haces
poeta:
intentas alimentarte con la manzana que nombras
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Sombra de dos colores
la rama
desgarrada
que cuelga
del árbol
–todavía
se esfuerza en su equilibrio
un objeto que pende
–como tanto
en la existencia
vida hundiéndose en su sombra
a la que miras con un pavor de hermano
grieta por donde entra un pensamiento
y enciende dos colores
como a un testigo
que interrogaran sobre las cosas del mundo
así te envuelven los dos tonos
y en tu reverso
se abisman:
ahora tu lengua es un azul
escalofrío
sobre el rostro del niño
ahogado
en el estanque
ahora tu lengua se confunde
y llama día
al día
amor: al fruto claveteado
por el deseo
¿dirás la piedra sin que pese en tu boca?
crecen lejos los tallos donde recostarse
sobre la inocente luz
lejos de su polvo
el pedrusco
arrojado hacia lo oscuro
resuena el campanario del día
alborotando aldeas
y perros
a medias
emerge
en tu lenguaje el sol
la estridencia del gallo
todo
insiste en su misterio
¿dirás la rama sin que caiga de tu boca?
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