Miguel Ángel Gómez es un poeta y crítico literario, nacido en Oviedo, en 1980. Licenciado en Filología Hispánica y profesor de Lengua y Literatura en Enseñanza Secundaria. Ha publicado en poesía: Monelle, los pájaros (Los libros del gato negro, 2016); La polilla oblicua (BajAmar, 2017); Lesbia, etc (Cuadernos Cálamo, 2017), obra ganadora del XXXI Premio Cálamo de Poesía Erótica; Pabellón de ciervos (Ediciones En Huida, 2017); Sombra (Camelot, 2017); Canciones acusadoras (Baile del Sol, 2018); Gato encerrado (Piediciones, 2019); Puertas de la ira (Heracles y nosotros, 2019); en aforismos: Caída libre (Libros al Albur, 2019), El aro de latón (Cypress, 2020) y diversas misceláneas donde se entremezclan alusiones literarias y vivenciales en una atmósfera de extraordinaria alucinación: Ardides (Camelot, 2019), Días de 2020 (La Cruz de Grado, 2020). Obras suyas han sido publicadas en antologías: Soledades juntas, 7Siete, Perro sin dueño, Synousia, El cántaro a la fuente, Espigas en la era o La sonrisa de Nefertiti. Lleva la sección de El Imparcial, Fracasa mejor, metido en la batalla de desarrollar una crónica dinámica de la actualidad entre el ensayismo y la narración.
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Una lectura de Mark Strand
Espero a que llueva y escribo para mí mismo.
Esta isla tiene un viviente manifiestamente dentro.
La lluvia:
sospechará de la construcción de mi cerebro (escribo cosas
entretenidas, miro a la oscuridad con ojos blancos),
en los Muelles del Silencio el náufrago tiene la costumbre
de hacerse preguntas ingenuas.
Nado en este raro oficio de burlas y risas.
De día en día me protejo de mis miedos,
puesto que no hay sol. Mi sistema nervioso
se siente
más fuerte en la noche cuajada de estrellas.
Los rostros son emboscadas un poco exasperadas.
Sé lo que hago leyendo a Mark Strand:
“Pienso en las vidas sencillas
de quienes en las novelas saben que morirán,
pero no saben que la novela terminará. Qué diferentes
son de nosotros…”
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Hemingway
La terrible depresión empezó a hablar
de una forma bellísima.
Ah Ernest peligroso y maligno.
Viniste a mí
cuando estaba sediento de realidad.
No querías separarte para recuperar tu lucidez.
Quieres entregarte, perderte.
La caza no fue negar tus mundos poéticos.
Cuando alzaste la escopeta seguro que parecías un niño.
Pudiste destruirte,
pero no destruir mi fe en ti. Anduviste por todos los lugares
y la suavidad de tu pecho no adormeció tu dolor.
La riqueza y la violencia de tu boxeo nos abrumaron.
Ernest Hemingway, soñaste muchos días seguidos.
Demos gracias por tus golpes.
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Las lentes de Bolaño
Bolaño, amigo, cuanto más viejo me hago, más se resuelven las cosas. Ojalá no seamos los olvidados y nos sentemos en un sillón de respaldo alto, pero sin ser reyes. No echo de menos lo que se fue, no me capturó la Gestapo ni me torturaron. No estoy muerto. Trato de comprender. ¿Quién soy? Todos lo saben, es curioso. Encuentro mi unidad mística con la literatura, charlo, sueño, me siento junto al río. Bolaño, amigo, vuelvo sobre mis pasos, remiendo mis camisas hawaianas. Me reconozco. ¿Qué será de mí ahora? ¿Por qué esta noche no carece de voluntad? Los jóvenes de hoy en día no son centinelas ni nada esperan. ¿No me oyen? Si grito, ¿no me escuchan? Bolaño, amigo, oh Bolaño, amigo, veo las estrellas brillar tras unas puertas enormes. Oye bien, soy el gato cuya vida de analista le desgasta. Soy capaz de no comer por analizar. Necesito hablar de lo que veo. Todo soy si escribo. El odio se burla de nosotros, Bolaño. La lluvia limpia los cristales y todo es un placer mental.
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LAS LENTES DE BOLAÑO
Buenos Aires Poetry, 2020.
90p.; 20×13 cm.
ISBN 978-987-4197-93-1
Poesía Española