Cantares de pérdida y predilección (Selección) | Hilda Hilst

Hilda Hilst (Jaú 1930 – Campinas 2004) Poeta, cronista y dramaturga brasileña, considerada por la crítica una de las más importantes escritoras en lengua portuguesa del siglo XX junto a Clarice Lispector y Joâo Guimarâes Rosa. En 1962 recibió el Premio PEN Clube de São Paulo por Sete Cantos do Poeta para o Anjo. En 1969 la obra O Verdugo fue galardonada con el Premio Anchieta, uno de los más importantes premios del país en su momento. La Asociación Paulista de Críticos de Arte (Premio APCA) consideró Ficções (1977) el mejor libro del año. En 1981 la misma asociación galardonó a Hilda Hilst con el Grande Prêmio da Crítica al conjunto de su obra. En 1984 la Cámara Brasileña del Libro concedió el Premio Jabuti a Cantares de Perda e Predileção (1983) y, al año siguiente, la misma obra recibió el premio Cassiano Ricardo (Clube de Poesía de São Paulo). En 2002 fue galardonada en la 47ª edición del Premio Moinho Santista en la categoría poesía.

En poesía publicó: Presságio (1950), Balada de Alzira (1951), Balada do festival (1955), Roteiro do Silêncio (1959), Trovas de muito amor para um amado senhor (1959), Ode Fragmentária (1961), Sete cantos do poeta para o anjo (1962), Amado Hilst (1969), Júbilo, memória, noviciado da paixão (1974), Da Morte. Odes mínimas (1980), Cantares de perda e predileção (1983), entre otros.

I

Vida de mi alma:
Recaminé casas paisajes
Buscándome a mí, mía tu cara.
Recaminé los escombros de la tarde
Hojas ennegrecidas, brotes, cáscaras
Papeles de tierra y de tinta bajo los árboles
Nichos donde nos confesamos, plazas.

Reví los canes. No los mismos. Otros
de igual destino, locos, tristes,
Nosotros dos, mi odio-amor, atravesando
Cenizas y paredones, el recorrido de la vida.

Busqué la luz y el amor. Humana, atenta
Como quien busca la boca en los confines de la sed.
Recaminé nuestras construcciones, ladrillos
Palas, la arena de los días.

Y todo lo que encontré te lo digo ahora:
Un otro alguien sin cara. Tosco. Ciego.
El arquitecto de estas trampas.

VIII

Me venía:
Que si tejiera
tallos de compasión
Corolas de caridad

Soplo y nostalgia tejidos
En la red del corazón

Nunca más sentiría
Tu nombre de hostilidad.

Me venía:
Si deshiciera
Lo que tenía ya trenzado

Mi nombre es el que quedaría
Amor en tu eternidad.

Entonces tejí
Soles y viñas:
Oro-escarlata-pasión

Y consumida de líneas
Ovillada de ardor
Te aguardo a las puertas de mi ciudad.

XII

Un cementerio de palomas
Bajo las aguas
Y aguas vivas en la ceniza

Óseas y laxas sobras
De mi vida y la tuya.

Un pedazo de muro
En la creciente
Plomadas enterradas, nacientes
En el cielo

Indescifrables sobras
De mi vida y la tuya.

Un círculo sangriento
Una luna herida por unas garras
De nosotros el oscuro centro.

Y en el abismo de nosotros
Había sol y miel.

XXV

Insensatez y sombra.
Fue lo que se apoderó de mí
Cuando sonámbula

Amoldé mis pies a tu camino.
Una distorsión de luces y lirios
Lagunas rojizas, voces
Venidas de no sé dónde, vivas

Me hicieron suponer que tu camino
Era la luz de mi paso, merecida
Porque en la lucha y a solas pasé
Toda mi vida.

Y ahora sé que las palmas del martirio
Brillaban
Y rojizos
Eran los lagos de desnudez y sangre
Y viva era mi propia voz
Maldiciendo mi nombre.


Extraído de Hilda Hilst, Cantares de pérdida y predilección. Traducción y prólogo de José Ioskyn, Paradiso, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2022 | Buenos Aires Poetry 2022