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Este soneto de Wystan Hugh Auden (1907-1973), escrito en 1938 en un momento de su vida en el que sopesaba la cuestión del fracaso individual, refiere a las búsquedas experienciales y artísticas de Rimbaud en una estructura narrativa cronológica.
Auden indaga en la doble liberación rimbaldiana: poética y del ser. Si en un principio Rimbaud cree que la primera pueda conducir a la segunda, más tarde, una vez que la literatura ha fallado y el poeta se vuelve a ver atrapado por “el infierno de la infancia”, solo le queda reinventarse otra vida en África para alcanzar una “verdad aceptable”, lejos de las letras, ante esa sociedad que despreciaba.
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Rimbaud
Las noches, los puentes del ferrocarril, el mal cielo,
sus horribles compañeros no lo supieron,
pero en aquel niño la mentira de la retórica
reventó como una cañería: el frío había hecho un poeta.
Bebidas que le pagaba su débil y lírico amigo
sus cinco sentidos sistemáticamente desarreglados,
a todo el habitual absurdo pusieron fin;
hasta que de la lira y la debilidad se separó.
El verso era una dolencia especial del oído,
la honestidad no era suficiente; aquello parecía
el infierno de la infancia: debía probar otra vez.
Ahora, galopando a través de África, soñaba
con un nuevo yo, un hijo, un ingeniero,
su verdad aceptable para los mentirosos.
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Rimbaud
The nights, the railway-arches, the bad sky,
His horrible companions did not know it;
But in that child the rhetorician’s lie
Burst like a pipe: the cold had made a poet.
Drinks bought him by his weak and lyric friend
His five wits systematically deranged,
To all accustomed nonsense put an end;
Till he from lyre and weakness was estranged.
Verse was a special illness of the ear;
Integrity was not enough; that seemed
The hell of childhood: he must try again.
Now, galloping through Africa, he dreamed
Of a new self, a son, an engineer,
His truth acceptable to lying men.
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