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Martín Ciordia es Doctor en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Profesor de Literatura Europea del Renacimiento en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Ex becario Conicet y Fundación Antorchas. Investigador del Conicet. Director de la Maestría en Estudios Literarios (UBA) durante los años 2014-2017. Ha publicado sobre temas de la literatura europea del Renacimiento en general y, especialmente, sobre el movimiento y la literatura humanística de los siglos XIV al XVI. Sus líneas de trabajo se han concentrado básicamente en indagar y pensar sus concepciones del “amar”, y sus concepciones de “letras y humanidades”. Tradujo obras de Bracciolini, Piccolimini y Erasmo. En 2019 Buenos Aires Poetry publicará su segundo libro de poesía, Los Nacientes – poesía 1991-2009.
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el velo apuñalado al viento trae sombras a la puerta
detrás del palpitar jadeante
por el desierto
en las espaldas del hombre que olvida
manchando las piedras blancas en la orilla
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en el cementerio de una ventana
dejo pasos atados a una hoja
fango de espaldas, rostros al venir
como el ojo de arena del río
creciendo bajo la palma de una mano
derramándose
olvidando las inscripciones en los ladrillos
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Ella canta, boya al río y levanta nube aclarando azul, fuga horizonte, de manos entrechocándose con las de él, de torsos y labios en una ola de sábanas que rompe en el suelo. Y calma la voz, y se posa murmullo, espuma roca, que aletea lunas detrás de sus cabellos, que es piel de caballos al galope. Curvando cintura se desbarrancan y no alcanzan colores para tanto descampar, ni boca para tanta risa, y es una danza de campanas sin sonar, un planear sin alas, un brote, hojas cayendo en la espalda del viento, manto
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nace hiedra en las paredes el cuarto, se filtra el agua y descascaran los techos, se fisuran cielo. Y vienen los pájaros a hacer nido en nuestras ropas y los cajones desbordan ardillas, animales que no conozco andan por la casa. Refresca tu risa las sábanas y una bufanda roja al cuello es tu único vestido, con la que con movimientos felinos me rodeás y seducís en el borde seco del lecho, donde los cuerpos. Y te miro, te toco y abrazo, nos revolcamos deseo, y alguien nos levanta y nos vuelve a echar, nos levanta y nos vuelve a echar, como un molino al viento
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