Los poemas del hubiera (Colección Pippa Passes ) | Alberto Ortiz

Alberto Ortiz. Docente investigador del Doctorado en Estudios Novohispanos y la Licenciatura en Letras de la Universidad Autónoma de Zacatecas, México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel 2, y perfil PRODEP. Líder del Cuerpo Académico UAZ 180: «Historia y crítica de la relación entre la literatura y la Nueva España». Miembro del grupo internacional de investigación «Mentalidades mágicas e Inquisición (siglos XVI, XVII y XVIII)», de la Universidad Autónoma de Madrid. Sus líneas de investigación incluyen propuestas teóricas para analizar la figura del mal en las obras literarias.
Libros en el ámbito de la creación: Ideario, Zacatecas, Instituto Zacatecano de Cultura, 2004. La vocación del humo,  Zacatecas, Ediciones Culturales, 2006. Fantasmagorías, México, Terracota, 2009. Desmembranzas, Guadalajara, El Viaje, 2010. Maldits, Zacatecas, Policromía, 2015. Tenamaztle, la piedra de fuego, Zacatecas, Crónica del Estado/Texere, 2016, (reedición 2022). Mala gente, Zacatecas, IZC, 2018.

 

 

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Me gusta ser el poeta que casi nadie lee,
que nadie lee hasta el final,
que algunos leen obligados,
que unos han leído empáticos, y,
que otros han leído enfadados;
encuentro aquí, en el limbo, un placer malsano,
un entornar de ojos casi astuto.
Estas líneas son la sombra del cínico,
el reclamo del no me jodas.

Qué risa,
cuando los repartidores de premios digan:
pero, qué diablos hemos hecho,
cómo pudimos ignorarlo, ah, claro, es que no sabíamos.
Entonces un dios padre los perdonará.
Yo también, porque soy mesías de las pequeñas escrituras.

Tengo la extraña sensación de traicionar a la poesía,
escribiendo los poemas del hubiera,
es una sensación diferente, poderosa,
como si no me importara la opinión de los críticos,
como si nunca hubiera aprendido nada en el salón de Letras.

Pero sí aprendí, no poesía, sólo drama.
aprendí que los compañeros pueden ser los perros,
los del infierno, cabrones vendehumos, los que muerden
……………………………………………………….la mano.
Aprendí que, proverbial Girard, la víctima propicia
eres tú mismo en el espejo. Y que, si no perteneces,
no habrá quien te defienda de las infamias.

Ah, porque ahora escribo maldiciones y groserías.
(Ya que fui hijo bastardo de la erudición)
Esas, las que aprendí del ejemplo de alumnos y maestros,
quienes hoy en día, sacrosantos, bienhablados,
tiran piedras semánticas y esconden la mano.
Besaré sus manos y edificaré, con Mecano, mi pared.

¿Notan cómo me he convertido en espía bolchevique?
Anoto nombres en la lista y luego vendrá la Checa,
para ajusticiar a los enemigos de la revolución.
Mañana, este traidor de la poética, tendrá su merecido.
Es que no puedes levantar cadalsos sin probarlos,
ley de vida, no mía, tampoco inventé las reglas de la rima.
Mientras tanto fornicaré con las hijas de los zares,
antes de que los niños salvajes asalten mi oficina.

Si hubiera sido exalumno manso, bueno,
hoy los hippies, «vendedores de enciclopedias»,
—dice siempre el papá gordo de Matilda—
me darían una medalla y doblarían sus escuálidas rodillas,
en justo homenaje a este remedo de poeta.
Pero soy el traidor, y no espero nada,
bueno sí, oh adalides moralistas, tal vez algo de desprecio.

 

 

 


Alberto Ortiz
Los poemas del hubiera
Buenos Aires Poetry, 2022.
80 pp.; 20×13 cm.
ISBN 978-987-8470-37-5
Poesía mexicana.